La publicación en el BMJ de “Restoring Study 329” supone un hito. El golpe de gracia (por ahora solo moral) a la industria farmacéutica y los estudios que financia. Es la demostración palpable de como manipulan el análisis y establecen sesgos (que es fraude) para alterar el resultado final. De los estudios financiados por la industria, hasta un 90% pueden ser escritura fantasma. La mayoría de médicos ni siquiera sabe qué es la escritura fantasma. De los que conocen el problema, la mayoría se consuelan pensando que sólo sirve para exagerar un poco los resultados. Pero, una vez más, se demuestra que el problema es gravísimo. Hay que revisar la mayoría de la evidencia disponible, tener acceso a los datos crudos para comprobar que lo que hacemos está bien, que no nos han mentido con el uso de tal antihipertensivo, del otro antidiabético, de ese antipsicótico, etc. Y tenemos que ir 40 años o más hacia atrás. El estudio publicado en el BMJ planta la semilla de la duda. ¿Podemos fiarnos de los ensayos clínicos? La respuesta es NO.
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